jueves, 30 de septiembre de 2010

Usted es algo.

La lluvia me gusta cuando es fuerte; me gusta sentir el olor a tierra mojada antes del comienzo de la caída del agua, y más aún me gusta tener un gran ventanal para poder ver todo este fenómeno desde mi cama, cómoda y calentita. Podría pasarme horas así, pienso que la lluvia tiene mucho que ver con los cambios. Si la lluvia viene de la mano de una gran tormenta pienso que, en definitiva, algún día todos moriremos ahogados por tanta crueldad de la humanidad hacia la naturaleza. Me gusta mojarme bajo la lluvia sin que nadie me vea, creo que es un momento de relación plena con toda esa energía inagotable que nos rodea y que sin embargo vivimos ignorando.
Pero en la gran ciudad la lluvia complica bastante las cosas. Las calles se inundan, la gente se vuelve todavía más intolerante que antes, y llegar al lugar que nos proponemos acaba por convertirse en una odisea que parece no tener fin. Creo que de todas estas cuestiones que mencioné la que más me fastidia es la idiotez que envuelve a la gente los días lluviosos. Con un mediocre paraguas salen ellos, pretendiendo salvar sus almas. Esto no es así, no debería ser así, no va a ser la lluvia quien acabe con sus vidas. Y allá van ellos, abrazados a su paraguas que al final termina convirtiéndose en otra causante de su mal humor, peleando contra el viento y perdiendo más tiempo bajo el agua. Sin embargo, van tan sumergidos dentro de ese amor momentáneo que les genera este elemento que se olvidan que más allá hay todo un mundo que los rodea, en el cual no toda la gente porta un paraguas ni posee su misma altura, entonces quienes vamos por la vida sin ningún falso techo portátil que intente protegernos tenemos que lidiar con la ineptitud de los demás que te golpean la cabeza con sus queridos y adorados paraguas. Como parece ser que no son capaces de notar esta situación, no les es suficiente el hecho de cargar con su propia protección sino que, además, pretenden ir caminando por el bordecito de las veredas, en la parte en que confluye esta con los edificios. Y aquí vienen entonces, chocando cuanto elemento tienen cerca. Concluyendo: si tiene paraguas, por favor sea tan amable de ceder el espacio de los techitos a quienes decidimos transitar libres por la vida.

Contenido neto: 80g.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Alpes.

Cuando yo tenía unos siete u ocho años de edad, tenía un juego de mesa que era de animales. Era algo así como que estaban enjaulados y para rescatarlos necesitabas tener la tarjeta de la llave con el mismo color que la tarjeta del animal. Por ejemplo, la de la jirafa era fucsia; entonces: llave fucsia, jirafa libre, todos felices de la vida. Resulta ser ahora, que cada vez que leo, escribo, pienso o digo el apellido Arce mi imagen mental me figura la tarjeta que tenía al animalito alce. Era una hermosa tarjeta de color verde agua -qué mal si me leyeran mis condiscipulientes utilizando estos términos, pero así me entienden-. Y no sólo recuerdo esa tarjeta, sino que lo más pregnante dentro de mi cerebro es ese color, ese verde agua intenso que brillaba en el cartón de la tarjeta, y me sería imposible olvidar el olor de la misma. Entonces me doy cuenta de la cantidad de recuerdos ocultos que puede haber dentro del intelecto humano y que parecen no existir, hasta que entonces entra en escena algo más, ese factor desencadenante que hará que el recuerdo vuelva a nosotros como si estuviera siempre presente. Eso es lo que sucede entonces, vaya uno a saber cuántas cosas ocultas habrá dentro de cada cráneo, y vaya a saber en qué momento saldrán a la luz. Pensar que tan solo un mísero apellido despertó en mí semejante recuerdo. Y no me refiero a la importancia que tenga ese recuerdo en sí, sino a la situación de poder recordar tantos detalles y sensaciones que creía que el intelecto había descartado. Es decir, viví más de diez años sin pensar en ese juego, en ese momento ni en esos olores, y resulta que ahora por hacer mención a una palabra que no tiene importancia en mi vida todo esto se vuelve un gran flashback. 
Punto y aparte digo que, los colores son muy importantes en la vida de las personas, sobretodo en la infancia. Así que si usted conoce o tiene relación con alguien que conozca algún niño, pídale que ponga especial atención en el color de las paredes de su casa y su cuarto especialmente, las cortinas, acolchados, sábanas y almohadones. Porque cuando ese niño crezca, sus recuerdos estarán teñidos de ese color. Entonces, mi pequeña consideración sería apelar a colores vivos y variados, imagínese un cuarto todo blanco. Lindo, sobrio, elegante, etc. Pero sumamente aburrido y tosco para una persona de escasa edad, y completamente impersonal para teñir un recuerdo. Merock dice: fucsias, verdes, rojos y amarillos, colores que dilaten las pupilas y hagan de esos lugares un pequeño submundo, total, para aburrimiento y cosas toscas ya tenemos la realidad.

Ayer fue martes, no crean que no lo noté .

martes, 28 de septiembre de 2010

Luces.

Es cierto, mi vida jamás se caracterizó por ser de lo más normalcito que se conozca. ¿Pero era necesario llegar a tanto? Ponele que sí. La lluvia amarga en la mañana, y mis pocas ganas de levantarme. Sepan comprender que los años pares son una increíble maldición en mi vida, pero bueno, tan mal no la llevás tampoco, tranquila. La hora duplicada, las excesivas ganas de fumar, las pocas ganas de comer, las nulas ganas de estudiar o ir a la facultad, la responsabilidad de ir al trabajo y la buena onda de mi jefe que si no fuera por él creo que ya hubiera desistido. Pero me refugio en eso, es un año par, y las cosas funcionan de esta manera. Dos mil doce te espero con ansias, sé que serás el cambio que estamos necesitando.

Hercólubus is near.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Fin.

Bueno, sí, ha llegado el fin. Eso dicen, "esto ha llegado a su fin" ¿de qué estamos hablando? Seamos realistas pequeños y mediocres seres que habitamos este planeta. Todos vivimos hablando de principios y finales, me incluyo, pero nos olvidamos de lo básico y principal, que quizás yo tampoco tenga del todo claro cuál sería esta cuestión. Entonces, vamos meri, concretemos. Ah sí, yo soy meri. Pero me pueden llamar como les guste, tengo casi tantos apodos como problemas (?) No, a tanto no llegamos aún. A lo que me refiero es a que algo nunca termina porque de ese algo siempre quedan aún más cosas. Recuerdos, buenos o malos, lo que sea. Principio, bueno, puede ser, pero en realidad es algo sumamente abstracto. Si yo digo "este blog empieza hoy" es una falacia, y no lo digo por publicar una entrada, ni siquiera el principio fue el momento en el que cree este espacio de expresión. Bueno muchacha, te has colgado una vez más. Sí, que viva Zapata y la tapita de mi perfume.

Bienvenidos.