sábado, 30 de abril de 2011

Foco .

EL cuelgue que tengo. No, no, es una cosa importante le digo eh, pero bueno. Cargo una cuota increíble de positivismo así que me propuse escribir algo antes de que esto se esfume y caiga nuevamente a la realidad. Fiel a mis convicciones y los consejos que suelo dejarle en este espacio de expresión, hoy fui a una reunión de meditación, en grupo por supuesto. Éramos muy pocos; a saber, el maestro, dos compañeros y yo. Él nos indicó el camino hacia la sala, antes de entrar dejamos nuestro calzado y una vez que estábamos en el interior del lumisal nos sentamos en almohadones dispuestos en forma de círculo alrededor de una mesa ratona. Los colores de la sala eran cálidos pero apagados, entiéndase, una gama de rosas muy oscuros rozando el bordó, borravino, etc. Había plantas y muchos sahumerios, olor a incienso y figuras del Buda y otras personalidades de esas creencias. Fue una sesión de media hora en la cual logré desconectarme bastante del mundo actual, e intenté ver mis problemas desde otra perspectiva. Salí del lugar con una calma que hacía mucho no sentía y una sonrisa en mi rostro, esa sonrisa que no subsana la mirada de tristeza, pero que sí me recuerda que si me lo propongo puedo encontrar un momento de calma en medio de este gran desorden. Ese desorden que siempre menciono lo observé desde otra dimensión y si bien no pude sacar grandes conclusiones, sí pude comprobar que no estaba equivocada al pensar que el caos era importante. Luego fue cuestión de sociabilizar un poco, por algo vivimos en comunidad, y por primera vez sentí que el mundo iba muy rápido, que todos iban a una velocidad considerablemente más rápida que la mía. Esto también es positivo dado que siempre digo que no puedo parar, que es imposible poner el freno de mano y que muchas veces trae aparejada la depresión. En el supermercado viví un hecho tan colgado como gracioso en el cual un sujeto me convidaba palitos salados luego de invitarme a ponerme delante suyo en la fila de la caja, situación a la que no accedí porque la honestidad está ante todo. Luego me habló una mujer de la tercera edad y me dio mucha ternura, aunque siempre pienso que me gustaría tener una abuela a la cual abrazar y contarle lo que hice durante el día, mis aciertos y errores, etc. No quiero extenderme en todo lo que hice y sentí hoy porque fueron muchas cosas, pero entonces quiero insistir en que realicen alguna práctica, no estoy hablando de grandes libros, más valen diez minutos de práctica que leer todos los libros del mundo.
Solo si se consigue frenar un poco, solo si se consigue conectar con lo que es uno dentro de este Universo, solo de esa manera las cosas se ven como son, y las soluciones pueden salir de manera más simple. Ojo, que no me hago la genia reglando consejos, yo estoy lejísimos de estar donde quiero estar, pero un momento de gloria cada tanto hace sentir bien a cualquiera. Lean, o pregunten, o practiquen por el solo interés de ver qué se siente, busquen mantras, textos, imágenes, sonidos o lo que mejor crean para ustedes.

La primavera en Praga .

viernes, 29 de abril de 2011

Nada .

Luego de un sueño que me hizo comprender el por qué de algunas cosas y corroborar algunas otras hipótesis, desperté. Tarde como siempre, diría Arjona, pero la hice bien porque zafé de una teórica que -según me dijeron- fue muy aburrida. En el sueño había violencia, una situación de violencia mezclada con amor, pero lejos del amor. Puedo recordar a un muchacho apuntándonos con su arma, por haber visto algo que no debíamos, sus nervios y mi tranquilidad, solamente por haber obtenido el abrazo que vengo anhelando hace ya varias entradas. Era un abrazo tibio, tierno, y con rico perfume, en un entorno que era completamente lo opuesto.
Después de almorzar, volviendo a este plano, me vengo a enterar que habían baleado a una persona cercana a mí. Qué increíble, esas conexiones, esos lugares y esas coincidencias que a esta altura no deberían sorprenderme. Luego otra persona me cuenta que le robaron de una manera bastante violenta, mientras en el noticiero televisan el acto de Moyano. Vuelve a mi cabeza irremediablemente esa sensación de sentir que estamos en el medio del caos, y lo peor de esto es que a quienes verdaderamente nos importa eso no somos capaces de cambiarlo. Es el dolor, es la impotencia, es ver que siempre tienen más los que menos merecen. No puede ser que un grupo de personas paralicen a todo un país por un simple acto, acto por el cual le dan dinero a la gente para que vaya, mientras hay gente muriéndose de hambre, o víctima de la inseguridad.


Esto me trae inevitablemente a la cabeza esta imagen, la cual invita a la relfexión acerca de qué consideramos anarquía, no? Y esto va más allá de mis ideologías políticas, yo entiendo que es necesario un orden, pero ahora digo, hace años vivimos en una supuesta democracia, pero sin embargo no veo orden de ningún tipo.
Restará como siempre plantearse qué somos y qué queremos ser, además de mirar en qué nos convertimos. Lo demás será mera cuestión de consecuencias, pero veo muy poco interés en la gente por cambiar las cosas, hoy cada uno salva sus cosas y listo, ya está. Nadie se preocupa por los demás y esto ya se convirtió en un "todos contra todos" no podés estar tranquilo en ningún lado, ni en la calle, ni en un bar, ni en la facultad, ni en tu trabajo... ni en tu casa. Recordar o mejor dicho intentar entender que todo pasa por algo, que las cosas se resuelven en su momento, pero también que no tenemos tiempo. Propongo trabajar firmemente en los valores de cada uno, en definitiva eso es lo que queda ¿no?

Patines.

jueves, 28 de abril de 2011

Viento .

Me pregunto cuántas veces más me voy a ver sonriendo frente a una pantalla, cuántas veces más me iré a ver llorando frente a la misma pantalla, como ahora. Y es la misma sensación que tuve hace unos meses, esto de sentir que por más que de todo de mí para que las cosas salgan bien, no funciona. Es tan grande este desorden, es tanto el caos que verdaderamente me está costando mucho sobrevivir. Es esa tristeza agobiante, esa angustia latente que se hace todavía más notoria cuando intento suspirar, porque es un suspiro entre cortado. Y eso lo aprendí de chiquita, cuando llorás de esa manera, es mucha la angustia. Porque cuando es un capricho no pasa nada, las lágrimas caen y todo queda como está, a veces son muchas lágrimas y eso es mejor. Ahora las lágrimas son pocas, muy pocas porque cada día las contengo más, pero la angustia es mucha, es mucha también la decepción que siento, y me asfixia. No me ahogo porque fumo, me ahogo porque vivo ahogada, porque necesito de una vez hacer pie y empezar a subir. Ya no puedo respirar acá abajo, ya no quiero aprender a respirar del agua junto a los demás. Soy muy torpe, muy, demasiado, y nunca voy  dejar de creer. Porque aunque me lo proponga, y diga que no, sigo creyendo, aún teniendo toda esta decepción adentro.
Hasta hace unos minutos tenía otra energía, obviamente, estaba eufórica, porque el concepto alegría se fue de acá hace rato. Salí de trabajar, era un día excelente, el sol liviano sobre las hojas amarillas del otoño, ese aire que parece renovarte y no te enfría, caminaba rápidamente hasta que tuve que detenerme, esos momentos en los que parece ser que no puedo caminar y pensar a la vez. Vino entonces a mí la frase "es hora de conocerse a sí mismo, es hora de transformarse" y me plantée cuánto me queda todavía por cambiar, cuántos errores cometo y cuánto tiempo tengo para esto. Pero no es cuestión de tiempo, porque no hay tiempo, nunca hay tiempo.
Y ahora volver a ponerme el disfraz, bastante maquillaje para intentar remendar algo incorregible, para ir a fingir que todo está bien frente a muchas personas. Ni me interesa el fin de semana, porque siempre lo proyecto en relación a alguien más. Basta de eso, al menos por hoy, necesito lograrlo.

Ventana.

miércoles, 27 de abril de 2011

Pronóstico reservado.

A veces me sorprende la cantidad de conceptos, pensamientos y factores que pueden desprenderse de una sola situación. Necesito citar nuevamente entonces, el hecho de que pienso demasiado las cosas. Y es que realmente mi cabeza ya no puede detenerse, necesito analizar, pensar, entender... resolver. Ya no tengo pretensiones, no pido salidas al bar más top de Recoleta, no pido alguien que resida en la zona, no pido que se vista como a mí me gusta, ni siquiera que escuche las bandas freaks que me gustan a mí. Solamente me conformo con un abrazo calentito en medio de la catástrofe que se va a venir, solo pido alguien que ría conmigo mientras esté eufórica, y que me contenga cuando ese circo acabe y pueda mostrar lo mal que estoy. Unos chocolates de regalo no vendrían mal, pero tampoco son imprescindibles. Creo que me volví conformista, y puedo encontrar situaciones valorables con muchas de las personas que me rodean, esta necesidad de proyectar felicidad en lugar de trabajar sobre los problemas recientes. Podríamos escuchar Green Day como en aquella vuelta en auto, podríamos cantar Shaila y hablar de nuestra carreras. Podríamos sentarnos horas enteras a mirar pasar la vida, hacer comentarios sobre el color de las hojas del otoño, mientras recordamos nuestra adolescencia y añoramos ese espíritu rebelde, o simplemente limitarnos a caminar tiritando de frío, mientras cantamos Ya no sos igual. Habría mucha droga, eso es cierto, pero lo controlaríamos. Podríamos salir a tomar algo, no sé a dónde, cómo, ni con qué estilo, pero aceptaría solo para ver qué hay más allá de esas sonrisas, hablaríamos de trabajo, estudios, y la gente en general supongo, el tema de la música es totalmente canjeable si hay de por medio un abrazo como el antes citado. Podríamos hablar de programas de Discovery e Infinito, morfología, fumaríamos mucho y escucharíamos música de esa onda, suena a combo perfecto pero debe haber varias cosas que no encajan. Podríamos sacarnos fotos frente al espejo de ese departamento, sentados sobre el piso de madera mientras escuchamos Los Redondos, hablar de diseño y ver videos viejos. Y con vos? Con vos volvería esa sonrisa colgada, pero solo porque te gusta a vos. Cantaríamos cualquier tipo de música porque nuestra mente es un quilombo, e intentarías enseñarme a tocar la guitarra. Comeríamos comida chatarra y tomaría mucha cerveza, vos me escucharías sin una gota de alcohol  mientras yo hago comentarios que considero sabios. 
No deja de hacerme ruido la cabeza, pero a lo lejos se escucha sos buchón, sos buchón, mientras nos veo caminando congelados. Porque eso es cierto, yo siempre las veo como un tercero las cosas, interesante.

Brujería.

martes, 26 de abril de 2011

Cierro los ojos .

Aparece el frío, los colores cambian y tienden a apagarse. No quiero pensar, pero no puedo dejar de hacerlo. ¿Dónde quedó esa alegría que hubiera venido si todo hubiera sido en otro momento? Tengo muchas razones para no volver atrás, pero sigo accediendo a eso. Y no digo a hace unos meses, ni siquiera un año, hablo de mucho más atrás, una de las etapas más oscuras tal vez, aunque no al punto de esta. Y escucho esa música y es un nudo en la garganta, pero ni siquiera tengo ganas de llorar. Entonces vuelve esa mirada triste que se pierde en el piso de un colectivo o en el paisaje que se ve por la ventanilla, mientras los demás van cada uno metido en sus problemas, lógicamente. Madurar no es crecer, no es crecer por suerte, bah, qué importa, si mirá cómo vengo. Estoy convencida de que voy literalmente para atrás, en todos los aspectos de mi vida, hasta quizás dentro de poco deban enseñarme de nuevo a hablar, comer y caminar. Ayer luego de ver un excelente capítulo de "llegaron los extraterrestres" en Sc channel, me dije que probablemente muchos de mis problemas de salud tengan que ver con eso, con la intervención de otro planeta, poniéndome una bolita de un metal extraterrestre o lo que fuere, pero para mí es por eso que nunca nadie me pudo curar. Hablando de mis problemas físicos, eh, de los mentales me hago cargo yo.

Favorito.

domingo, 24 de abril de 2011

Cuando no es como debiera ser.

Sigo sumando capítulos, entre historias sin sentido y problemas de los que prefiero reír. Lo que más me enferma es ver que cada cosa que sucede, sucede cuando no debiera suceder. Solía fastidiar con la frase "lovers out of time" para referirme a la mayoría de los conflictos que tuve. Y es cada día ver que esto se repite con mayor frecuencia. Una cosa que sigue a la otra, y ahí estamos, sin saber qué nos llevó hasta ahí. A veces me planteo si será un poco cuestión de no saber esperar, si serán las vueltas de la vida o si las vueltas las habré dado yo, para variar. Puedo recordar aquellos años como si fueran hoy, y sí, sigo retrocediendo pero insisto en que lo positivo es que verdaderamente me doy cuenta de la gravedad del asunto. Hay amor aún hasta en un cybercorazón, dicen, y no se equivocan. También recuerdo las sensaciones, esa cosquilla en la panza seguida de la triste certeza de saber que nunca iba a pasar nada, porque al parecer así estábamos signados. Pero era una certeza que no me hacía desistir, porque todavía creía en cuentos de hadas con castillos rosas y finales muy felices. Porque cantaba temas que oscilaban entre lo cursi y lo tierno, pero dibujaban esa sonrisa, esa sonrisa que en su momento me encantaba, esa sonrisa que hoy en día considero idiota. Y ya no la tengo, probablemente porque no me permito tenerla. Cuando está ahí latente, en seguida me digo que no puedo volar, que acá las cosas no están como para esas sonrisas, que acá no hay tiempo para perder en cosas ilusorias. La foto, esa foto que hace un tiempo mi mamá encontró y yo no supe si reír, llorar, tirarla o hacerle una ampliación, porque así de desordenada está mi cabeza ahora. Si tan solo pudiera sacarme el cerebro y dejarlo un ratito en remojo... Y hablar con el espejo, y no saber, por primera vez ante una situación semejante no saber si reír o llorar, volver a querer vivir en el anonimato, descubrir que por más que diga que no tengo claros problemas con los vicios, toda esta cuestión de decir que no, y lo que me plantée a mi misma allá por el dos mil nueve, cuando me dije que una adicción no era consumir algo todo el día, sino que una adicción era también no poder decir que no. Todo, pero todo tan fuera de tiempo, de contexto, tan chocante con esta realidad.
Y levantarse, a disimular el estado, vamos, comida familiar, acá todavía puedo actuar, aunque figuro muy poco en los rankings de conversaciones. Estar con toda la confusión, pero doble, y encima abrir la maldita red social para ver que tenés una solicitud de amistad de la persona que menos lo esperabas. Y si? Y no? Y qué hago? Y devuelta, una y otra vez en esta cabeza, ¿por qué? ¿por qué esto y ahora? si todo es tan relativo... Y cuando menos lo esperás, ahí viene. Realmente, tuve que pensar en esto de que cuando uno menos espera algo es cuando llega, también me pregunté si habría sido toda la energía utilizada en años anteriores, no lo sé. El positivismo al que me cuesta horrores llegar, la incertidumbre de no saber ni dónde estoy parada y la proyección de qué es lo que va a venir. Solía decir que en la vida todo es un boomerang,  y verdaderamente creo que a esta altura no puedo negarlo.

Bullshit.

viernes, 22 de abril de 2011

Sabés dónde estoy ahora.

Ay, si pudiera sacarme este tema de la cabeza... Qué extraño, qué confuso, qué lindo y qué asqueroso es todo en esta vida. Lo más interesante de todo esto es que ya entendí por qué estoy tan mal, ya encontré una parte del problema: estoy en el 2006, y no puedo salir. Es como si cada vez que quisiera intentarlo alguien me agarrara de la camisa, remera o lo que fuere i me tirara bien fuerte para atrás. El espejo retrovisor se volvió más relevante de lo necesario, aunque no lo suficiente para advertirme, en la realidad, que el neumático derecho trasero había estallado. Era de noche y escuchábamos Green Day mientras debatíamos sobre teorías propias, cuestiones esotéricas y gustos musicales. Uno de mis pequeños sueños cumplidos, y cada día más razones para fundamentar que en un par de semanas me voy. Se están tornando intolerables a veces, pero maravillosas también. Lo único que necesito es parar, pero parar es también lo que me destruye. Así que allá iremos, venda en los ojos nuevamente y a atropellar a todo aquello que se nos quiera interponer. Conocer gente nueva, y esta incertidumbre de por cuánto tiempo se mantendrá como algo positivo en mi mente. No ser tan freak, parecer obvia porque en realidad soy parecida, entender, entenderse... Pensar, ilusionar, proyectar, porque ahí vuelven los motivos. Las cosas que no están, las que vuelven, las que busco y las que reaparecen. Todo por un solo precio, pero a decir verdad, muy poco conveniente. No quiero ilusionarme, soy demasiado ingenua, pero sale sin pensarlo. En seguida aparece la sonrisa idiota, y en seguida las lágrimas también recordando que acá no todo está bien, hay mucho por ordenar todavía. Ni siquiera pretendo como pretendía antes, toda esa vida perfecta, ahora solo me conformo con un abrazo, pero un abrazo que me llene. Aunque no creas estoy buscando amor, dice el piti, y así me encuentro, aunque no sé si tengo ganas de buscar... No, solo quiero encontrar. Inevitablemente, entonces, caeré en una nueva -o no- salida de emergencia, para que mi novela sea solo un gran círculo sin fin, que ruede si parar hasta que estalle, como ese neumático que no olvidaré.

Amor.

sábado, 9 de abril de 2011

1028

En realidad viene en relación con una entrada que hice ayer, pero justo cagó el wi-fi así que será en otra ocasión. Pero quédese bien tranquilo mi querido lector que usted si sigue el blog va a comprender porque es capaz de realizar el tipo de relaciones a las que apunto yo. En fin.
Ayer luego de escribir la entrada que aún no he podido publicar, sobretodo luego de pensar en el nombre, se me vino a la mente una cuestión que tenía relación, pero que vino a molestarme desde un punto de vista distinto. Y es que siempre digo que el hecho de haber hecho mis cursos de numerología, cábala y tarot ha condicionado mi vida de manera interesante. Casi como si nada, me digo diez veintiocho, y en esa décima de segundo en que iba a comenzar a sumar los números para ver qué me querían decir, me digo con total desconcierto mil veintiocho. Y es así, luego de haber visto la hora duplicada a las 23.23, haber hablado sobre esos hechos y la película que lleva por nombre ese número, estaba acostada en mi cama pensando ahora en otro número. En aquel momento no lo había asociado, porque lo había pensado como dije primero, diez-veintiocho, listo, era todo lo que tenía que recordar. Al momento de decir mil-veintiocho, recuerdo casi por defecto, que ese fue el número de la primer revista que hice en mi trabajo. Es que ahora los números que empiezan con mil me recuerdan a eso, por ejemplo, la última que salió fue la mil setenta y seis, y cuando salga la mil setenta y ocho cumpliré cincuenta ediciones realizadas por mí. Entonces fue algo muy extraño, justamente mientras describía cómo me sentía en aquel momento, mientras intentaba ver pequeños logros y desaciertos, me hallaba nuevamente pensando en números.Mil veintiocho, dos, ese arcano que se ha repetido aunque no con esa frecuencia. Somos el 7, dos personas signadas por un mismo número de pelea, pelea al triunfo, como siempre digo. El 9, la novena esfera, Marte...
Y hoy me pasan un link en el cual se ven dos soles en China. Es que la gente que no comparta mis teorías no sé realmente en qué estará pensando, yo me siento contenta de pensar que es Hercólubus, que tal como lo predijo el V.M Rabolú, se alinea con el sol, luego se acerca cada vez más a la tierra. Y ahí tienen, la catástrofe de Japón junto con las ya conocidas tragedias de las que el hombre no se hace cargo y no hace más que culpar a la tierra.

Es así, o te rebelás, o te consumís .