viernes, 29 de abril de 2011

Nada .

Luego de un sueño que me hizo comprender el por qué de algunas cosas y corroborar algunas otras hipótesis, desperté. Tarde como siempre, diría Arjona, pero la hice bien porque zafé de una teórica que -según me dijeron- fue muy aburrida. En el sueño había violencia, una situación de violencia mezclada con amor, pero lejos del amor. Puedo recordar a un muchacho apuntándonos con su arma, por haber visto algo que no debíamos, sus nervios y mi tranquilidad, solamente por haber obtenido el abrazo que vengo anhelando hace ya varias entradas. Era un abrazo tibio, tierno, y con rico perfume, en un entorno que era completamente lo opuesto.
Después de almorzar, volviendo a este plano, me vengo a enterar que habían baleado a una persona cercana a mí. Qué increíble, esas conexiones, esos lugares y esas coincidencias que a esta altura no deberían sorprenderme. Luego otra persona me cuenta que le robaron de una manera bastante violenta, mientras en el noticiero televisan el acto de Moyano. Vuelve a mi cabeza irremediablemente esa sensación de sentir que estamos en el medio del caos, y lo peor de esto es que a quienes verdaderamente nos importa eso no somos capaces de cambiarlo. Es el dolor, es la impotencia, es ver que siempre tienen más los que menos merecen. No puede ser que un grupo de personas paralicen a todo un país por un simple acto, acto por el cual le dan dinero a la gente para que vaya, mientras hay gente muriéndose de hambre, o víctima de la inseguridad.


Esto me trae inevitablemente a la cabeza esta imagen, la cual invita a la relfexión acerca de qué consideramos anarquía, no? Y esto va más allá de mis ideologías políticas, yo entiendo que es necesario un orden, pero ahora digo, hace años vivimos en una supuesta democracia, pero sin embargo no veo orden de ningún tipo.
Restará como siempre plantearse qué somos y qué queremos ser, además de mirar en qué nos convertimos. Lo demás será mera cuestión de consecuencias, pero veo muy poco interés en la gente por cambiar las cosas, hoy cada uno salva sus cosas y listo, ya está. Nadie se preocupa por los demás y esto ya se convirtió en un "todos contra todos" no podés estar tranquilo en ningún lado, ni en la calle, ni en un bar, ni en la facultad, ni en tu trabajo... ni en tu casa. Recordar o mejor dicho intentar entender que todo pasa por algo, que las cosas se resuelven en su momento, pero también que no tenemos tiempo. Propongo trabajar firmemente en los valores de cada uno, en definitiva eso es lo que queda ¿no?

Patines.

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