jueves, 22 de septiembre de 2011

Filicidio .

Y es tan grande este caos, que el día menos pensado voy a haberme transformado más de la cuenta. Buenas noches mi estimado lector, espero que ande bien dentro de sus posibilidades, porque siempre recuerde eso: no somos más que posibilidades. Qué podría contarle, vea usted, tantas cosas... Resulta ser que épocas de entrega en combinación con época de campaña electoral y compromisos familiares resultan ser una mezcla explosiva. Esta tonada provinciana que me contagian mis compañeros de trabajo, y de nuevo este extremo sueño junto con  la dificultad para poder dormir, vamos camino a perder la cabeza otra vez. Ayer soñé con ella, qué lindo abrazo nos dimos, cómo me gustaría repetir esto cada noche.
Haciendo pequeños análisis, fui tejiendo hipótesis que seguramente en breves minutos eche a perder demostrándome una vez más que -como el ratón- no conozco el escarmiento. Una se basaba en mi situación sentimental, virada un poco al lado espiritual para decirme que primero debería ordenar un poquito todo este quilombo conmigo, volver a recordarme la necesidad de que nos llevemos bien, y luego salir en busca de nuevos horizontes. Esto se ve dificultado por mi adicción a tener una pareja, como bien dijera mi hermano, de tener compañía por deporte. Pero lo que hoy pensaba analizando mis últimas experiencias amorosas, es que necesito estar un poquito bien yo, y no por esa cursilería que dice que si no te querés a vos mismo no podés querer a los demás, sino por una clara cuestión de que si no estoy bien sola, y después me lastiman, es un solo cuerpo -siete en realidad- el que termina recibiendo todos los golpes. Lo que se reduciría simplemente a caer y apenas poder levantarse, sin aspiraciones de remontar vuelo, lo que se reduciría aún más, a lo que es básicamente mi vida. Un golpe atrás del otro. Y entonces meri? Y entonces no sé, mejor que arme el bolso.

Si me caigo, no me vuelvo a levantar .

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