domingo, 3 de julio de 2011

Licuar .

Una mirada a tu interior puede hacer llorar, dicen los chicos de Airbag, y sin dudas coincido, aunque acá no está permitido llorar. Es una de las tantas reglas que cada tanto se rompe, pero a diferencia de las demás, se rompe con menos frecuencia y cuando eso sucede es por muy poco tiempo, en seguida ponemos los límites. El frío que amenaza con enfermarme, pero lo peor de todo es el invierno cardíaco. Al cuerpo le ponemos ropita, nos bañamos con el agua bien caliente, ponemos los calefactores a full, dormimos con doble frazada y ya estamos. ¿Pero al corazón cómo lo abrigamos? Hay momentos de abrigo, un abrazo sin dudas lo es, una sonrisa, una palabra de aliento... Pero lamentablemente esos pequeños pedacitos de luz no son infinitos, ya lo quisiera. Es una dicotomía tan grande como todo este desorden, desearía saber qué es lo que tengo que hacer, o al menos hacía dónde voy, esto de dar pasos en falso y caminar hacia la nada no me está gustando. Ni siquiera comprando cosas me distraigo, o tal vez sí, pero de nuevo... solo por un ratito. Dale dos mil once, empezá a traerme cosas buenas mientras me planteo aunque sea irme tres días a la nieve, a seguir muriéndome de frío pero viendo un paisaje que tal vez me ayude a cambiar un poco de aire. Y sino, bueno, solo te pido que no saques a Urquiza de mi itinerario, ¿por qué tengo tanto miedo?

Yo soy tu amigo fiel, turururu .

No hay comentarios:

Publicar un comentario