Dame la mano y vamos a darle la vuelta al mundo .
miércoles, 20 de julio de 2011
Check-in .
De todas las cosas malas siempre se aprende algo, aunque como siempre digo, el hecho de aprender algo no significa que uno lo vaya a poner en práctica, escarmentar o cosa parecida. De hecho, siempre termino metiendo la pata con las mismas cosas, termino cayendo ante los mismos errores y las mismas situaciones aunque conozca los finales de antemano. Y hoy casualmente pensaba, ¿no? hace un tiempo me felicitaba por haber dicho que no, por haber sabido elegir, y creyendo que realmente había venido lo mejor. Sin embargo hoy vuelve una vez más la inquietante incertidumbre de no saber que hubiera pasado si. Pero esto es así, uno toma una decisión y hacia allá va entonces, tengo tantas teorías como problemas, o más quizás, pero sin embargo no las aplico. Entonces si realmente analizo un poco mi pasado, no puedo quejarme cuando las cosas me salen mal si al final siempre termino eligiendo la peor opción, en ese idiota anhelo de querer cambiar las cosas, y creer que tengo el poder. Las cosas no cambian, la gente no cambia y de hecho yo no cambio, por lo que es en vano pretender el cambio en los demás. También me planteo cuánto me cuesta ir hacia adelante, cuánto me cuesta dejar atrás todo aquello que pasó, y lo debil que soy a la hora de dar nuevas oportunidades y perdonar. Ingenua, sí, como siempre me dijo papá. Y es que yo confío, y yo creo en todo lo que me dicen, no sé por qué todavía pienso que alguien me puede querer de verdad y por lo que soy, no sé por qué me cuesta tanto pensar que puede haber malas intenciones en los demás, porque la verdad que si me pongo a mirar las cosas que me pasaron tengo más motivos para desconfiar que para creer. Pero bueno, se vive de ilusiones, y si dejara de creer en las cosas que creo probablemente todo tendría mucho menos sentido del que ya tiene. Me dije que bueno, que uno sigue intentando y que tal vez lo bueno verdaderamente está por llegar, me dije que hay cosas por las que no vale la pena estar mal, aunque seguramente dentro de poco vuelva a llorar por lo mismo, y me dije algo que considero una gran verdad: la persona que juega a dos puntas en realidad no juega a nada, porque no es un jugado, sino que es todo lo contrario, un cobarde que en vez de jugársela por lo que siente y cree bueno se queda en esa estupidez de no querer perder ni el pan, ni la torta, sin importarle lo que su elección pueda generar al final. No importa, yo también viví esa estupidez y doy gracias a quien sea por haber salido de eso, por estar hace ya mucho tiempo buscando algo de verdad y para siempre, porque ese es mi anhelo más verdadero. Como siempre digo, la familia unida, el marido galancete, los nenes hermosos y sonrientes, la casa con un jardín y la cucha del perro. Postal feliz.
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