lunes, 1 de agosto de 2011

Obsesionario .

¿Se puede ser tan idiota? Meri, decí presente que ahí estás vos. Insisto en que todo es bastante confuso, pero casi que me atrevería a decir que lo bueno empezó a llegar. Cambio de trabajo, cambio de contactos, pulsera azul y... la farándula, vio? Un fin de semana de salidas varias, aunque a la más pro renuncié. Esto de conocer gente posiblemente no sea tan malo como creía, deberé hacerle caso a mi fiel amiga. Cruzarte con gente que no esperabas solo por haber discutido con el taxista, fue un chiste, fue la vida o una mueca del destino dirían. Mi vergüenza e inseguridad desembocaron en una pregunta que ahora me hace ver las cosas de otra manera, y es el hecho de saber si una persona me gusta o no. Como parezco estar tan así que nada me interesa, respondía con esa cara, hasta que alguien dijo que era fácil, que si una persona te gustaba te daban ganas de estar con ella. Ajam, bien, con la única persona que me pasa o me pasaba eso ahora está a kilómetros de distancia física, y a muchos más de distancia sentimental. Ya vuelvo a mirar la vida con esa cara de nada, mientras juro y perjuro que me quiero casar, y que quiero formar una familia. Debe tener que ver con esto de no sentirse joven tal vez, pero bueno. Y así, descubriendo con esa pregunta que no me gusta nadie -a excepción de lo mencionado más arriba- fue que ayer caí en el búnker con esa actitud. ¿Vos sos? Wow, en dos semanas la tipa había pasado por periodista, diseñadora y otras yerbas hasta estar en el equipo del presidente del bloque. Y todo eso sin castigns sábanas eh, mírenme. Ahora bien, ya donde me distraigo dos minutos mínimamente vuelvo a perder la cabeza en asuntos insignificantes, o mejor dicho, que deberían parecer insignificantes pero que me quitan el sueño y me hacen ilusionar hasta el llanto. De nuevo entonces, ¿se puede ser tan idiota? Al parecer, sí, más aún cuando tenés parte de tu entorno que te potencia eso. Y en mi caso, aún sin ese entorno sería así, porque parece ser que estoy destinada a eso. Nací para mirar las cosas más lindas desde afuera, porque yo no me considero una de ellas, nací también para romper esquemas pero probablemente en silencio, y sin embargo también nací para gritar solamente con el hecho de estar en un lugar. Soy un grito, soy como una palabra escrita toda en mayúsculas, puedo llamar la atención aún sin proponérmelo. Pero por sobre todas las cosas, nací para mirar escenas desde un rincón esbozando una de mis frases más características. Básicamente, nací para sentir y decir que no me da bola.

Conservaré el globo en forma de corazón hasta que se desinfle, 
y cuando eso suceda, lo guardaré en mi cajita de recuerdos.

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