Colgué. Colgué y no escribí porque no la estoy pasando tan bien. En partes sí, pero a grandes rasgos todo viene complicado. Mi cuerpo comenzó a somatizar mis problemas, y los convirtió en insomnio, sueños horribles y fiebre en el poco tiempo que logro dormir. Qué distinto era cuando me abrazaba a vos y dormía como si nada pasara, en fin. Mi abogado y casi amigo aconseja medicación, dice que acompañar la terapia con un psiquiatra sería la mejor opción, sugiere que le diga a mi psicólogo que no logro levantar y necesito algunas pastillitas. Cómo será de extrema la situación, que se ofreció a ir de testigo de mi triste estado. Pero para eso no queda más que esperar al viernes, mientras cierro los ojos bien fuerte y pido poder dormir, y que este hombre se cope y me mande a un médico porque caso contrario suspendo las sesiones.
El sábado mientras hablaba con mi otro amigo, que es un cuelgue y me llevó a contemplar la inmensidad, debatimos sobre algo muy interesante: el amor y el odio. Mientras él decía que no se creía capaz de amar a nadie más que a su familia, pensamos también en cuán grande sería la dimensión de odiar a una persona. Y entonces llegamos a la conclusión de que amos son sentimientos muy fuertes, y que entonces en realidad vivimos en una brecha intermedia, excepto con quienes tenemos verdaderos vínculos. La familia, por ejemplo. Y ahí surgió la idea de que el amor es algo que lleva mucho tiempo, que es dar la vida por el otro y que seguramente sea algo que se convierte en realidad cuando hay un hijo. Porque el hijo sería como la demostración extrema de que esas dos personas se aman, el resultado de eso. Claro que si ese hijo es fruto del amor y no de una violación o una calentura del momento, no estábamos planteando ese caso. El muy caradura tuvo el tupé de decirme que yo seguramente le había dicho a alguien que lo amaba, a lo que lo chicanée diciéndole que yo había tenido relaciones largas, cosa que él jamás conoció hasta ahora. Y luego surgió también toda la cuestión de demostrar los afectos, y de cómo uno no vive diciéndole a las personas que lo rodean cuánto las quiere, o las ama, pero sin embargo el sentimiento puede estar. Colgué con este tema porque necesitaba volcarlo y volver a pensarlo, además de relacionarlo con lo que me dijo mi terapeuta en la sesión, esto de los bloques de amor y de odio, así que cuando vaya es probable que le hable sobre esto, aunque hay asuntos claramente más importantes. Qué se yo. En fin, quería compartir esta reflexión sobre el amor y otros demonios, espero que todo marche de la mejor manera dentro de sus posibilidades, porque recuerden que no somos más que eso.
Haceme desaparecer .
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