Hace dos días, regresando muy tarde del trabajo con una bolsa llena de ropa, me sentía feliz. Era tarde y el día había sido agotador, pero volvía a recordarme que tengo oportunidades que nadie tiene, cosas inesperadas que aparecieron como en una gran avalancha, tal vez un cataclismo positivo -si es que eso existe- en mi vida. Y hoy de nuevo, cuando uno ocupa determinado rol y ya no tiene que observar sino evitar ser observado, o tener el grado necesario de atención, lo que bien me dijeron en esa frase que no olvido: no derrapar. Cuando antes miraba a todos con los ojos bien abiertos, ahora se puede jugar un poco más al idiota que no ve nada para que sean los demás los que se acerquen, qué bien. Recordé la charla cargada de optimismo que había tenido hace menos de un mes, y luego una charla con una amiga que hizo referencias a cosas muy similares sobre determinadas características de mi persona. Bien, viernes, ahora siempre es viernes, sí. Después vuelve el mal humor eh, pero ahora celebremos este momento. Festejemos existir, y festejemos tener este trabajo, ya que hoy me sacaron sangre e hicieron demás estudios pertinentes. La Ciudad nos une, o todavía tienen dudas?
Fidelidad .
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