Ya no funciona más, entonces. Por fin alguien se atrevió a decirme que -lamentablemente- ese teatro que me había inventado y del cual viví por muchos, muchos años, ya no sirve. Que ya todo se convirtió en una trama que nadie compra, no porque a nadie le interese -a mi entender- sino porque ya todos vieron que no es real. Y yo que me sentía tan segura, yo que de verdad pensaba que todo estaba bien, y que las cosas que se veían eran solo las que yo dejaba ver. Ya no más, ya se acabó. Mi desaparición fue un disparador de este tema, y esta vez la palabra desaparición hace alusión a dos factores clave: el hecho de desaparecer, ya explicado en otra entrada, y el hecho de mi futura desaparición, la última para muchos, cuando por fin me vaya en ese viaje que tanto espero.
Casi como en una catarata de sucesos inesperados, en los últimos días y a modo total de sorpresa para mí, alguien hizo referencia a ese viaje. Viaje del cual dije que no quería hablar, porque yo nunca quiero hablar, son solo esas palabras que yo me permito decir para que un grupo muy reducido escuche, pero que no quiero que sean pronunciadas por los demás. Ahí estaba ella, por primera vez mencionando ese viaje como posible realidad. No lo quiere creer y de hecho no lo cree, también intenta que yo desista de esa idea, pero por primera vez hizo referencia a él y a mí se me heló la sangre por unos segundos. Esa idea se mantuvo dentro de mi cabeza sin dejarme en paz, es que cuando los demás ven cosas que uno cree que nadie las ve, es necesario poner punto muerto e intentar ver dónde estamos. Días más tarde, en otra conversación y con otra persona, otra vez, casi como inevitable, el mismo tema. Y por primera vez sentí que alguien me miraba como nunca nadie lo había hecho; también por primera vez alguien me decía que me veía completamente entregada, resignada y sin ganas de seguir. Y no estaba equivocada, sin dudas que no. Me dio un abrazo que hubiera deseado sea eterno, mientras yo contenía cobardemente mis lágrimas, las que más tarde me impidieron conciliar el sueño una vez más. Fue otra vez sentir esa necesidad de frenar tan solo para ver dónde estoy parada. Claramente, no tengo ni la menor idea de dónde estoy parada, cuando intento mirar siento que todo está muy oscuro y es imposible reconocer algo, mucho menos una luz. Será por eso probablemente que ahora la oscuridad me aterra, que siento que cuando todo está oscuro alguien viene a hacerme daño. Yo, justamente yo que nunca jamás había manifestado este temor, que de chiquita jamás necesité de una luz para dormir. Es que sin dudas la cabeza no me está jugando una buena pasada, probablemente desde hace mucho tiempo, pero la diferencia es que ahora ya no quiero pelear, y los demás también pueden ver esto. Dónde quedó mi libertad, dónde quedaron mis días felices al aire libre sintiendo el olor a pasto recién cortado y tomando coca en botellita de vidrio. Dónde quedaron mis salidas sin problemas, en las que yo vivía mi mundo y los demás parecían no existir. Por qué ahora son ellos los que gobiernan mi país y no me dejan moverme de mi casa. Y así, podría enumerar muchas dudas y preguntas que se vienen a mi cabeza. Me encantan las preguntas, mentira! me encantan las respuestas, pero no tengo ninguna.
Tomate un tiempo y pensá con claridad, la solución en vos está dice el Pity, y allá vamos, como siempre digo, sin saber por qué hay que llegar. Mi gran problema es que ya perdí la energía, esa energía que -teatralizando o no- me hacía andar. Ya no me despierto con una sonrisa por ver el sol, cada vez me conmueven menos las pequeñas cosas. Sé que yo tengo la solución, pero no puedo encontrarla, ya no sé por dónde buscar dentro mío, todo cuanto viene a mí son malos recuerdos.
Una nueva conversación hizo que terminaran por caer los esquemas de mi vida, y fue el hecho de saber que muchas personas se están preocupando por mí, probablemente personas que en la vida me hubiera imaginado, y también personas que nunca quise que se preocupen por mí. Porque, vamos a ser sinceros, yo soy manipuladora, pero intento manipular siempre dentro del teatro. Entonces, si quiero que me den pelota, hago algo específico, nunca hubiera pretendido que la gente se preocupe por mí porque verdaderamente pueda ver mi tristeza. Y yo, yo que ingenuamente creía actuar fenomenal, yo que creía tapar toda mi angustia con sonrisas, bailes y pensamientos colgados... acá estoy. Temiendo ser quien soy, aterrada por todo esto que genero y sin querer moverme de mi casa. Ya no quiero estar ni acá, ni allá, ni en ningún lado, porque ya no quiero estar. Pierdo así las ganas de comer, de dormir, pero sigo pensando, que es lo que menos quiero. Imagino muchas situaciones que podría revertir, a nivel amistad sobre todo, pero nunca van más allá de mi mente porque es el miedo a fracasar lo que impide que me la juegue. Me quedo con lo que soy, probablemente porque siempre tuve alguien al lado, y porque tampoco funciono en sociedad ni me interesa formar parte de grandes grupos. Ese tipo de situaciones siento que sí puedo superarlas, porque dentro de mí cabeza, ya está, solo pasó y era como tenía que ser. Pero últimamente de verdad me planteo visitas que debería realizar, y luego de esta última conversación, me planteé que quizás de una vez por todas deba ir, golpear la puerta, y admitir lo mal que estoy. Porque mis conversaciones siempre son de bueyes perdidos, de sucesos colgados que me pasan y de batallas ganadas. Pero sin embargo hay muchas cosas por decir, si bien probablemente no pueda expresar todas pienso que sí sería bueno de una vez por todas admitir esto que me pasa, aunque sea para dar la tranquilidad a esos que se preocupan, de que soy conciente de mi estado.
Es un punto increíblemente bajo al que llegué, donde ya ni siquiera puedo disfrutar una salida de fin de semana bajo los efectos del alcohol, porque es cierto, yo durante mucho tiempo estaba mal pero era feliz estando ebria, era feliz en esos momentos donde parecía que el mundo no existía. Ahora ya todo eso se empañó, porque no puedo disfrutar nada. Si salgo de día siento que la gente me mira y me mareo, si salgo de noche voy bien hasta que estoy en un lugar con mucha gente y siento que me asfixio. Y qué es eso que tanto me avergüenza, qué es eso que no me deja ser quien de verdad puedo ser... Porque cuando voy a algún lugar donde nadie me conoce todo es diferente, aunque eso también sucede pocas veces porque me gana la inseguridad de sentir que no encajaría en ningún lado...
Muchas palabras, pocas certezas, pero ahí voy... Quizás una pequeña parte sea que debo empezar a verme un poco yo antes de ver cómo me ven los demás, quizás deba mirarme bien a los ojos sin mentirme, en vez de fijarme cuál remera me queda mejor.
Gracias, de nuevo, gracias y quiero un abrazo infinito, que me lo pueda llevar conmigo a donde vaya. Perdón también, porque sé que esta vida no me alcanza para solucionar las cagadas que me mandé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario