Pff, año electoral. Este tema de los feriados siempre se presta para la discusión, sobretodo en esta fecha particular, las visiones acerca de los militares son muchas, y las controversias infinitas. Así que no voy a hablar de eso, en realidad, tampoco sé de qué voy a hablar, siempre suelo hacer una mezcla de cosas que salen de mi cabeza y llegan a usted. Está colgado, muy colgado... es que me estoy intentando ocupar de la novela. La novela, y el trabajo, y el estudio, y las relaciones... y recién en algún pequeño lugar, estoy intentando ocuparme de mí, o ni siquiera eso, estoy pensando en que debería ocuparme.
El cuerpo tan cansado, no tener ganas de hacer absolutamente nada y solo sentir energía cuando me paso de vueltas, porque -como siempre- estoy intentando abarcar mucho. No importa, eso hará que vengan por mí, según espero. Viviré las elecciones, pero probablemente desde otro lugar, ya quisiera. Mi trabajo me politizó bastante y eso me gusta, hace que se despegue un poco de mí la hueca figura que solo se preocupaba por la moda. Conocer, entender, poder opinar. El condimento de la música, como siempre, y las ideologías que nunca terminan de cerrar, porque nada puede ser perfecto en esta vida. Nada excepto la imaginación, si usted pudiera ver las perfecciones que planeo... claro, nunca salen. Es el clásico pudo ser pero no fue, y mientras tanto sigo esperando un llamado telefónico que intente subsanar esta cuestión. Y ahí vuelve mi ahogo, ahí vuelve mi necesidad de entender que a mí, en mi vida, las cosas me toca solucionarlas sola. Probablemente es un pago por nunca haber confiado, o probablemente es al revés, nunca confié porque así tenía que ser, tenía que arreglarme sola.
Si me piden que me describa, como sucedió el otro día en la fadu, sé que soy una persona que tiene mucho por decir, pero sin embargo siempre tiendo a achatarme. Me basé sobretodo en mis defectos y dificultades, no hice hincapié en habilidades o conocimientos extra, de hecho ni los mencioné. Esas cosas son las que me dicen que no soy soberbia, que sigo siendo muy insegura y tengo la necesidad de sonreír nerviosamente cuando todos me miran, y quizás sea toda esa presión la que me hace sentir mareada cada día. Intento salir, intento estar mejor, pero el teatro sigue. Ya no dibujo arcoiris, porque ya no veo arcoiris, y de hecho no sé si quiero verlos. En definitiva, siempre vienen, nos alegran un rato pero se vuelven a ir, y al suceder esto todo queda de un solo color. No me gustan el monocromo, siempre lo dije. Solo pido que intenten seguir mi teatro, que si se fijan realmente no hablo de más, las cosas que a nadie le suceden a mí sí, y son sin exageraciones. Porque soy distinta, y estoy orgullosa de eso. Pido entonces, una sonrisa, una palabra de aliento y dale, dale que tenemos que llegar. Pero el mal humor y los malos teatros no, por favor, ya tuve mucho de eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario