No, nadie en la escuela me enseñó .
Qué horror por favor, todavía me cuesta creer que perdí cuatro horas de mi valioso tiempo culpa de gente sin escrúpulos ni respeto. Solo diré que intentando hacer un balance, además de sumar experiencia agradezco infinitamente trabajar con personas tan bien predispuestas. La simpatía del jefe, a quien esperaba no cruzar o en caso de ser así encontrarlo con su peor malhumor porque encima le pedían notas de todos lados, pero no, el tipo guiñando el ojo y con la sonrisa de siempre, diciéndonos que nos quedáramos tranquilos y haciendo apuestas de bebidas para compartir. El coordinador, mi otro jefe como suelo decir, harto y hasta la cabeza de papeles y llamados de los medios, pero con la mejor onda dándonos seguridad y todas las opciones disponibles para proteger nuestra integridad física. Y los demás... los demás somos un cuelgue. Gente de prensa que no ubica periodistas y ahí entra el rol de la hueca de meri para ir a pedir declaraciones, mi querido equipo de arte sin poder creer que no podíamos salir de ahí, charlas de ropa y comentarios simios como suelen decir... Los fotógrafos! Los fotógrafos que llamaron porque no los dejaban ingresar -a su lugar de trabajo (!)- y luego aparecieron con mil cosas y un humor admirable sabiendo que venían de ese caos inminente que era el afuera. Los abrazos, el cariño y las demostraciones de afecto que hacen que eso sea una especie de familia, con todo lo que eso implica, incluyendo gente que se va al carajo. Con todo lo positivo y negativo que esto trae aparejado hoy puedo asegurar que me siento muy feliz de ser una más en ese todo, y no puedo dejar de agradecer a la Policía Metropolitana y la gente de seguridad personal, sobretodo a Cachi, el guardaespaldas porque la verdad, nos cuidan como si fuéramos sus hijos.
Brindemos hermano por todo lo malo, tal vez lo bueno está por llegar :)
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