sábado, 9 de octubre de 2010

Charquito.

Paciencia. Justo en los momentos que creo que voy acercándome a lo que tanto me interesa, algo malo sucede. Es increíble, yo no sé si me lo hacen a propósito, si es mala suerte, o si son tan solo más pruebas para ver si estoy preparada para irme a vivir allá, convertirme en una de ellos y entonces ya nunca regresar a este lugar, o tal vez sí, pero en busca de otros y no como parte de la Humanidad. Me estoy refiriendo a los venusinos, por si usted mi querido lector no llegó a entender del todo. Yo quiero vivir con ellos, hermosa existencia si las hay, excelente organización e increíble sabiduría. Ahora volvamos a lo nuestro, los tropiezos, jamás caídas. Resulta que uno de a poco va intentando derribar el árbol, en algunas ocasiones se da cuenta que muy de a poco lo va logrando y eso lo hace sentir satisfecho, hasta que llega el factor desencadenante que entonces termina poniendo a uno a prueba. El día de hoy fue clave en este sentido, logré ser puntual, tolerante, servicial e incluso buena onda. Eso en el lapso entre las siete y media de la mañana y la hora del mediodía, a decir verdad, venía en óptimas condiciones. Superé una situación que en un principio no quise enfrentar, me acerqué, la observé, la pensé y también fui capaz de charlarla. Luego me empezó a invadir un poco el malhumor, a quién evité con buena música, tabaco y naturaleza, pero ya más tarde me dieron demasiadas ganas de dormir y desde que me desperté fui otra persona. No podía, no tenía chances de ser la misma que había sido horas antes. Decidí aislarme un poco, siempre considerando no afectar algunas relaciones que venían muy bien hasta el momento. Pero más tarde, primero una cosa, y después la otra, aunque a decir verdad fueron bastante simultáneas. No puedo evitarlo, si bien intento ser tolerante, entender que no todos somos iguales ni poseemos las mismas capacidades, hay cosas que me exasperan por demás, y es ahí donde uno ya no puede hacer nada, aunque ahora que me doy cuenta, no pedí ayuda a mi Madre Divina. Es inevitable sentir decepción por las actitudes de algunas personas, me resulta increíble la forma en la que se mueven, en la que actúan, como si nada pasara. No me estoy victimizando ni mucho menos, errores cometemos todos, pero me parece que a esta altura hay cosas que son prácticamente imperdonables, de no ser porque estoy en mi trabajo espiritual y deseo salvarme. La gente que debería involucrarse se queda ahí como si nada, hace su vida, la pasa de lo mejor sin importarles los demás, obviamente porque no lo necesitan en ese momento, porque de lo contrario, todo el mundo se interesa y se acerca; lo que vulgarmente se conoce como "por interés baila el mono". En fin, no voy a negar mis defectos ni renegar de los de los demás, pero sí necesito expresar mi fastidio hacia ciertas situaciones. Calma ante todo, meri, vamos por más. Y en segundo lugar quiero comentar acerca de las personas que se involucran donde no tienen absolutamente nada que ver, esas cosas que funcionan entre un par de personas y cuando querés acordar ya son más de diez hablando, opinando y encima desordenando vidas ajenas. Lo vengo viendo desde hace tiempo, pero en abundante crecimiento, una situación realmente abismal. Pasa en pequeñas cosas, en otras de mediano interés o que en definitiva a uno le molestan pero termina pensando que ya fue, y lo peor es realmente cuando pasa en cuestiones más personales y entonces acaba por convertirse en un enorme problema cuando en realidad era una simple cuestión que a nadie afectaba. Concluyendo diría entonces: mediocres, vivan sus vidas.

Y no saltes, que no hay charquito .

1 comentario: