Mirá vos, lo que son las cosas entonces. Por primera vez voy a escribir en un exterior, en un estado particular pero no distinto al de siempre. No vaya usted a creer con esto que me encuentro bajo el efecto de drogas o cosas similares porque de ser así estaría completamente errado. Este es un estado que va mucho más allá de eso porque, como siempre digo, allá afuera hay algo mucho, pero mucho más grande. Siempre me refiero a un allá afuera cuando en realidad si lo analizara es probable que esté haciendo referencia a un acá adentro.
Una de mis nuevas expectativas es la de la libertad. Solía fastidiar con una frase de un tema, solía vivir diciendo o escribiendo siempre amé la libertad, y es recién ahora cuando empiezo a darme cuenta de eso a lo que estaba apuntando. Como todo en esta existencia, el concepto de libertad es muy subjetivo, dado que cuando es pequeño imagina la libertad como romper cadenas probablemente, que luego se va dando cuenta de que esas cadenas pueden ser los padres, los límites, los retos, salir de noche, etc... Vivimos en un país libre, eso se dice, pero me cabe preguntarme ¿libre de qué? Está bien, se supone que somos libres desde el día en que algún ancestro logró que dejáramos de ser colonia y nos convirtiéramos en esto... Se supone que somos libres para expresarnos, pero sin embargo sabemos que hay ciertas cosas que no pueden decirse en cualquier lado, y pasa lo mismo con la ropa, los peinados, las comidas, los pensamientos y un sinfin de cosas que podría seguir alistando. La libertad es muy difusa, porque los límites lo son. Entonces, ¿por qué si yo soy libre no puedo salir a caminar tranquila por la calle a las tres de la mañana o cuando más sienta que lo necesite porque sé que es inseguro? ¿Por qué si yo soy libre siempre tengo que obedecer a alguien, sin importar el ámbito al que haga referencia? Cuestión de orden, puede ser. Me estoy convenciendo de que somos muy abstractos, probablemente porque cabe preguntarnos cada día en qué nos convertimos y es factible que no hallemos una respuesta que nos satisfaga.
Siempre termino sembrando dudas que no tienen una respuesta exacta, pero ya hablé acerca de mi inevitable adicción a resolverlo todo. Esta vez voy a decir, quizás no a modo de solución pero sí de respuesta, que la verdadera libertad, como todo, está dentro nuestro. Somos nosotros los que tenemos esa capacidad oculta, somos nosotros los que nos ponemos las propias cadenas y no nos dejamos ser quienes verdaderamente somos. A veces por cuestiones políticas, económicas o sociales, por miedo a ser mal vistos, y muchas veces más por estar tan metidos en cuestiones que a nada llevan. La respuesta la tenemos nosotros, ¿quién más si no? Pero estamos tan acostumbrados a vivir pisando el acelerador que no nos permitimos ser libres, que sin dudas es lo que más estamos necesitando. Mirá, buscá, pensá menos... Mirate, hablate, cuestionate todo lo que sea necesario, porque sos vos el que tiene la clave para lograr sentir, de una vez y para siempre, que no existen fronteras que puedan detenerte.
Empapado en tus aguas descubro profundidad de persona.
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