martes, 15 de febrero de 2011

Gato .

Dos capítulos más aparte de los previstos, seguro. Uno relacionado con la vida natural, llámese selva o entiéndase vivero mejor. Cuanto más logremos reducirlo a la unidad más se entenderá la cuestión. Sería una especie de delirio tornando al flashback, una expresión de un recuerdo que de no haber sido por un revival jamás hubiera existido, y este tema hubiera quedado exento de ciertos asuntos. Sería además como todos los cápitulos de mi novela: digno de una verdadera novela porque es la típica que pensás: “Esto en la vida real no pasa”, lo que termina por tornarla un poco chistosa también pero de no ser así creo que sería peor.
El otro capítulo debería relacionarse con varios asuntos como si agarramos y los metemos en una licuadora y luego a esta se le rompe la gomita de la base y se empieza a esparcir por todo el mármol de la cocina, abarcando nuestras manos, cayendo hasta el piso y salpicando nuestros pies. Así debe expanderse todo el conocimiento, aunque ya han dicho, más vale diez minutos de práctica que leerse todos los libros. Experiencia, ciencia, hipótesis, causa-efecto. Prosigo entonces con lo que nos compete, esta mezcla de asuntos. Sería uno de los capítulos que probablemente más demuestre la cuestión antes mencionada de ser o no ser (novela). En este momento me aqueja un ingrato ardor en los ojos producto de algún vicio probablemente, más un suave de dolor de cabeza, que creo que es más placentero de lo que creo, por lo que podría quitarse de la lista de cosas que me aquejan. Estoy dando bastantes vueltas pero es que mi cabeza va muy rápido y yo no puedo seguirle el paso, imagínese usted que yo ya no estoy para estas andanzas. Diciéndome primero que todo era una gran novela, que parecía salido de la televisión, que era una tragedia en  cuestiones  del amor. Que era la susodicha con desgracia, pero una desgracia sin suerte. La desconfianza real pero molesta, la adrenalina de siempre, los inevitables nervios y la admirable percepción, increíble diría. Es todo tan abstracto, tan inconcluso. Los comentarios nunca esperados, las palabras que nos desconcertaron y nos hicieron temblar como nunca. Las ilusiones, los fracasos, esa cosa de no saber si está bien o está mal, esto que me pasa. Las posibilidades, los muchos caminos que se abren en forma de abanico y no sé cuál tomar. La responsabilidad, que como siempre digo, me aterra, que tenemos sobre los demás, es tanta responsabilidad que agobia, y agobia pero a la vez es plancetero, creo que por eso desaparezco. Es no querer lastimar ni salir lastimado sabiendo que es imposible, es pensar, cada vez más, que el amor sin violencia no existe. Es volver a problemas que creía haber dejado muy lejos, es darse cuenta de lo complicado que es cambiar, y de las peleas más fuertes que nos puede dar el Ego. Es sentir, como siento yo ahora, que los ojos se me van a salir por estar tan rojos, siento que me queman. Es preguntarnos ¿qué se siente? Y responder “nada” por el solo hecho de evitar nuestro peor problema. Es estar a merced de los demás sabiendo que en muy poco tiempo no van a contar tu presencia, es sentir que no sos valorado. Es lindo y tiene un sabor muy adolescente, pero me pregunto si será lo que realmente valga la pena.
Mañana voy a ir en busca de un confidente, en relación con esto que decía días atrás de que uno no se lleva nada a la tumba, ahora voy por alguien que se lleve el combo. Voy a ir también por un perforador que me devuelva mi alegría de los últimos cinco meses y me ayude a encontrar una nueva, no porque esa se gaste, sino porque uno siempre quiere algo más. Voy a ir por una experiencia acerca de cómo se ve este planeta en otros niveles, y si me cargo de energía podría ir por muchas cosas más, esos detalles que verdaderamente me hacen sentir viva. Voy a ir en busca de respuestas sobre todo, me queda suficiente tiempo para perdonar, querer, aceptar y aprender a resignarme sobre todo. El que no se resigna, no triunfa, y yo soy el siete. Hoy realicé una pequeña obra de arte la cual en cuanto esté seca voy a poner en el balcón, como modo de señal para que cuando me vengan a buscar no tengan dudas de que es acá, aunque conociendo lo ascendentes que son claramente si no vinieron aún es porque no es el momento, no porque no sepan dónde vivo. Y me queda tiempo para conocer, conocerme y cumplir con uno de mis desafíos más importantes: dejarme querer; me queda tiempo para superar, me queda tiempo para reflexionar y tratar de entender lo mejor posible. No hay tiempo para muchas cosas, pero sí hay tiempo para cosas importantes. Basta de cosas ilusorias, basta de negaciones, basta de buscar donde no hay.

Merecía un pastel con forma de corazón, o al menos un chupetín.

[Cabe aclarar que el título es también de la versión original, este texto no presenta edición]

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